UN SOL NEGRO | UNA ABSTRACCIÓN A FERNANDO DE SZYSZLO

por | NÚMERO CUATRO

MIGUEL TORRES

¿Qué arco iris es este negro arco iris que se alza?

Elegía a la muerte del inca Atahualpa

*

En 2011 llegué por primera vez a Lima sin saber mucho de su cultura o sus pintores o sus poetas. Casi como por un accidente, me topé de frente con el Museo de Arte de Lima (MALI) en el Parque de la Exposición [1]. Se presentaba una retrospectiva de un artista totalmente desconocido para mí. Debió ser domingo, pues por un sol que pagué a la entrada, descubrí un arte abstracto, de claroscuro, texturas rupestres y destellos de color en sitios que parecían habitar un tiempo distinto. Las imágenes de aquellos cuadros de gran tamaño que vibraban en azul morado verde, rojo azul morado o negro gris púrpura, parecían perfectamente planificadas y me transmitían emociones que no sabía relacionar con sus títulos. Un cuadro negro con veladuras, sombras con matices y una gran fuerza expresiva llamó mi atención. Sol negro en el rótulo, aquella imagen de oscuridad y misterio me eclipsó y me provocó lo mágico primitivo y ancestral del mundo, me pareció fascinante con apenas unos pequeños destellos de color. Desde aquel instante, la persistente idea de memorizar el nombre del artista me pareció importante.

A. Fernando de Szyszlo. Puka Wamani (1968). Acrílico sobre madera. Museo de Arte de Lima (Mali). Lima, Perú. B. Fernando de Szyszlo. Innombrables V (1980). Óleo sobre lienzo. Museo Central. Banco Central de Reserva del Perú. Lima, Perú. C. Fernando de Szyszlo. Para casi la noche (2014). Acrílico sobre lienzo. Galería Duque Arango. Bogotá, Colombia.

**

Un día de julio de 1925, en el número 325 de la calle Junín, nació en el distrito de Barranco de Lima, en Perú, Abraham Fernando de Szyszlo Valdelomar. Hijo de Vitold de Szyszlo, físico, fotógrafo, cónsul, explorador y naturalista polaco, y de María Valdelomar, hermana del renombrado escritor peruano Abraham Valdelomar [2]. Como hermana, Fernando tuvo a Juana de Szyszlo, esposa del diplomático mexicano Alfonso García Robles, ganador del premio Nobel de la Paz en 1982 por su lucha contra la proliferación de armas nucleares. El padre de Gody (apodo que no le gustaba a Fernando, pero con el que lo llamaban casi todos sus allegados desde la infancia) fue un hombre lacónico, melómano, reservado, misógino y abstemio, con el que el propio Gody señaló en varias oportunidades que le hubiese gustado congeniar más y demostrarle más afecto.

Lo que Fernando recuerda de su padre, además de que hablaba catorce idiomas, era que le parecía una persona extraña. Escribió varios libros, entre ellos uno titulado 10.000 kilómetros a través de México, que es un viaje desde la frontera de México con Estados Unidos hasta la frontera con Guatemala. Describe minuciosamente los paisajes, la fauna, la flora, también las ciudades y pueblos del camino. Eso sucedió antes de llegar al Perú. Mucho antes. Lo publicó en 1913 y lo escribió en 1911. ¿Y qué pasaba en México en 1911? La Revolución mexicana. No hay duda de que ese viaje lo hizo como naturalista. Luego tendría tiempo de interesarse en política internacional, sobre todo a raíz del crecimiento del nazismo en Alemania. [a]

Se cuenta que un día, Paco Belaunde (el hermano del presidente Belaunde Terry [3]) llamó a Szyszlo y le dijo: «Tengo un libro que se acaba de publicar en Estados Unidos sobre la Revolución mexicana, en dos tomos. En el primer tomo todo lo que se dice de las ciudades de México es extraído del libro de tu papá». Por ello, quizá, la palabra que mejor describiría la ocupación o vocación del padre de Gody sería la de naturalista.

Fernando pasó la infancia en una casa llena de literatura, poesía y lamentos por el fantasma de su tío, Abraham Valdelomar, quien muriera a la temprana edad de treinta y un años (en 1919), por complicaciones de una lesión en la columna vertebral que sufrió al rodar por unas escaleras de piedra en un evento literario en Ayacucho. En las memorias de El maestro de la juventud de América, José Vasconcelos [4], se habla de Valdelomar, de José de la Riva-Aguero (un erudito historiador y político de quien Valdelomar fuera colaborador estrecho) y de cómo el dramaturgo peruano los llevaba a los fumaderos de opio del barrio chino, pues es sabido que el excéntrico y fuera de tono tío difunto era propenso a ingerir láudano, opio y morfina.

Todo ello inclinó a Fernando a muy temprana edad a una afición a la literatura, que bien pudo haberlo llevado por el camino de las letras. Pero al terminar el colegio inicial, la sensibilidad literaria y musical lo llevó a pensar que la arquitectura era la profesión que le convenía. Inició sus estudios de arquitectura en la Universidad Nacional de Ingeniería en 1943. La Escuela de Ingenieros estaba en el jirón Callao, muy cerca de la iglesia de Santa Rosa de Lima. Pero lo que Fernando recuerda en sus memorias es que la enseñanza de la carrera en esos años era demasiado académica y anticuada. Ni una palabra de la arquitectura moderna. Así que de pronto todo cambió, cuando decidió mejorar su dibujo en un curso nocturno y descubrió su verdadera vocación en las artes plásticas, por lo que se trasladó a la Escuela de Artes (Academia de Arte Católico por aquel entonces) de la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde fue discípulo del expresionista austriaco Adolfo Winternitz [5].

Mis padres temían que al dedicarme a la pintura me desviara hacia una vida de bohemia, trasnochado a diario, yendo de café en café, de tertulia en tertulia y de bar en bar. Tenían razón. Contaba con unos diecinueve años cuando, a través de Sebastián Salazar Bondy [6], llegué por primera vez a la peña Pancho Fierro. [a]

Ubicada en el corazón de Lima se encontraba la histórica peña Pancho Fierro, un lugar donde las y los escritores, antropólogos, intelectuales y gente vinculada al estudio indígena, andino contemporáneo, conversaban sobre temas culturales y apreciaban manifestaciones artísticas. Aunque cambió de ubicación en más de una ocasión, el recinto cultural fue inaugurado en 1937 por las seguidoras del ideal político de izquierda y la valoración del arte y la cultura nacional, Alicia Bustamante y Celia Bustamante (administradoras de la obra de José Carlos Mariátegui [7]), y por José María Arguedas [8], este último, ícono y representante de una de las dos corrientes definidas que se presentaban en los primeros años de su existencia: el indigenismo, además del vanguardismo, encarnado en la presencia de Emilio Adolfo Westphalen [9]. [b] La peña Pancho Fierro fue una puerta al mundo y una cátedra de realidad nacional para un joven Szyszlo, quien apreció de forma más clara la idea de que la sociedad peruana era muy injusta, discriminatoria y que le había vuelto la espalda a las razas nativas. Arguedas tuvo mucha influencia en el interés de esa realidad y en el impacto que tuvo en los artistas esa revelación del mundo ancestral precolombino, tanto en su folclor como en su cosmogonía.

En mayo de 1947, cuando Fernando montó su primera exposición de índole vanguardista en la sala del Instituto Peruano Norteamericano, dejó también la carrera de arte sin terminar, por no soportar las limitaciones que la enseñanza imponía. Con cuatro años de técnica, Fernando se sentía capaz de seguir por su cuenta para convertirse en un pintor moderno, a la vanguardia. El siguiente paso era el viaje a París con el que todo latinoamericano de esa época —escritor, pintor, músico, cineasta— soñaba. Como si París fuera la graduación que todo artista necesitaba para ser —digámoslo de alguna forma— profesional. Así que, además de pintar y escribir artículos periodísticos sobre arte, Szyszlo se dedicó a la decoración de vitrinas y vitrales para ganar algo de dinero y emprender el viaje en barco un 19 de agosto de 1949, el mismo día que se casó con la poeta Blanca Varela en la iglesia de Cristo Rey.

D. Fernando de Szyszlo. La ejecución de Túpac Amaru X (1966). Óleo sobre lienzo. Museo de Arte Contemporáneo (MAC). Lima, Perú. E. Fernando de Szyszlo. Noche estrellada (1979). Acrílico y carboncillo sobre papel. Museo de Arte Contemporáneo (MAC). Lima, Perú.

En París, el reciente matrimonio se mantuvo con los noventa dólares que Szyszlo recibía cada mes como alquiler de su pequeño estudio en Lima y de las eventuales colaboraciones en revistas y diarios para los que escribía.

De esos noventa dólares, treinta los gastábamos en cigarrillos. Nos quedaban sesenta para comer, pagar el alquiler, comprar materiales de pintura y vestirnos.

¿Por qué nos casamos de esa manera? Simplemente queríamos irnos juntos a París, quizá porque no nos atrevíamos a irnos solos, cada uno por su parte. Era la gran aventura. Planeamos todo, no fue algo precipitado. El pasaje era barato, costaba doscientos dólares por persona con todo incluido, y eran veintiocho días de travesía. Nos casamos y fuimos directamente al puerto porque el barco Reina del Pacífico zarpaba a las cuatro de la tarde. Ni celebración ni brindis. [a]

En una Francia de posguerra, donde se podía encontrar fácilmente dando la vuelta a la esquina o comiendo en algún restaurante a Jean-Paul Sartre, Pablo Picasso, Albert Camus o Simone de Beauvoir, Fernando y Blanca conocieron y se hicieron amigos de inmediato y para siempre de Octavio Paz, en la época en la que escribía El laberinto de la soledad y era el primer secretario de la embajada de México a sus treinta y cinco años. La química entre Paz y la pareja peruana tuvo guiños importantes desde entonces; de entrada, los vinculó con el círculo de intelectuales latinoamericanos y españoles radicados en la capital francesa. En la primera exposición que tuvo Szyszlo en París, hacia 1950, en la Galería Mai, el mexicano le presentó a André Bretón. Prácticamente una década después, en 1959 cuando la pareja vivía en Washington, Octavio consiguió que fuera posible el montaje de una exposición del pintor peruano en la galería de Antonio Souza en México (y que presumía ser la más importante de aquel entonces). En la misma exhibición, Blanca le mostró una especie de libro de artista en el que Szyszlo había contribuido con una ilustración y que contenía todo el trabajo de la poeta peruana. Varela no tenía nada publicado entonces, así que aquel libro titulado tentativamente Puerto Supe fue el primer poemario de Blanca Varela, publicado en México en 1959 bajo el auspicio de Octavio Paz, quien fue el primero en leer la obra, prologarla y rebautizarla con el título Ese puerto existe, pues no reconocía el lugar del título inicial, a lo que Varela le recriminó diciendo «¡ese puerto existe!», eligiendo finalmente ese nombre por recomendación del futuro nobel de literatura mexicano, quien en 1960 realizó también el texto de presentación para la exposición de un consolidado Fernando de Szyszlo en el Instituto de Arte Contemporáneo de Lima (IAC).

Si la primera exposición de Szyszlo de 1947 en el Perú fue algo cuestionada por su acento cubista, la que causó verdadera polémica fue la que el artista realizó al volver de París en 1951 en la Sociedad de Arquitectos, auspiciada por la Agrupación Espacio [10] y considerada la primera exposición de arte abstracto en el país, montada con todas las obras que el pintor había producido en el Viejo Continente y con un epígrafe de André Bretón: «El ojo existe en estado salvaje». El modernismo había entrado al Perú en los cuadros de Szyszlo, pero la férrea defensa de los pintores indigenistas encabezados por don José Sabogal [11], habían puesto resistencia a un suceso que, a la postre, sería imposible de revertir.

Szyszlo aseguraba que la pintura de Rufino Tamayo había sido determinante en su camino, que había orientado su vocación artística y enfrentado sus planteamientos pictóricos con la idea de asumir parte del lenguaje del arte moderno europeo para expresar una realidad propia latinoamericana.

En realidad, hubo dos acontecimientos importantes que encauzaron mis pasos. El descubrimiento del arte precolombino peruano y la pintura de Rufino Tamayo. [a]

El campo simbólico de raíces culturales indígenas del pintor mexicano hizo eco en la convicción que tenía el peruano de afianzar la relación de pertenencia con su tierra desde el extranjero. Szyszlo había leído en 1948 un artículo de Tamayo publicado en la revista mexicana El hijo pródigo. La propuesta central de aquel texto consistía en usar el lenguaje de las vanguardias europeas para expresar una realidad propiamente mexicana. Tamayo había encontrado la forma de expresar la cultura mexicana alejándose de los muralistas que, a su juicio, estaban demasiado politizados y exacerbados con el color local. [b] Entonces, un joven Szyszlo vio en él un modelo a seguir, pues los indigenistas peruanos le parecían un equivalente de los muralistas mexicanos. Confiaba en que ese era el camino. No obstante, las cosas no fueron tan simples, ya que Szyszlo, en ese momento, a los veinticuatro años, aún no había interiorizado un mundo que expresara sus intenciones vanguardistas. Ciertamente, las reuniones y actividades en la peña Pancho Fierro le abrieron las puertas a una visión nueva, pero tardaría todavía unos años en la asimilación [c] De tal modo que, en 1955, después de su regreso de Europa, específicamente de Florencia, su ímpetu regresó a la peña Pancho Fierro, pues fue José María Arguedas quien escogería para él las líneas del poema en quechua Apu Inca Atawalpaman para titular la serie de cuadros que realizaría entonces (Cajamarca, Apu Inka Atawallpaman y Túpac Amaru) y que definirían su estilo y su lenguaje como pintor, asumiendo las tendencias renovadoras del arte moderno internacional bajo las claves de su propia visión e interpretación de un mundo precolombino y actual. La abstracción fue el puente que Szyszlo utilizó entre la pintura contemporánea y sus raíces primitivas ajenas a lo consciente. Si el núcleo del universo narrativo de Arguedas se halla en la dicotomía cultura andina/cultura occidental (elementos complementarios y dialogantes), en la obra madura de Fernando de Szyszlo hallamos la dicotomía arte precolombino/arte vanguardista (elementos diametralmente opuestos, pero semejantes). Es en este momento también que la literatura, especialmente la poesía, se convierte en un elemento visible en el lenguaje de Szyszlo, en la identificación de su propio estilo, con el que definiría su producción posterior y consagratoria. [d]

F. Fernando de Szyszlo. Visitante (1989). Acrílico sobre lienzo. Museo de Arte Contemporáneo (MAC). Lima, Perú. G. Fernando de Szyszlo. Mar de Lurín (1989). Tríptico. Acrílico sobre tela. Museo de Arte de Lima (MALI). Lima, Perú. H. Fernando de Szyszlo. Recinto (1990). Acrílico sobre tela. Museo de Arte de Lima (MALI). Lima, Perú. I. Fernando de Szyszlo. Sol negro (1992). Acrílico sobre tela. Museo de Arte de Lima (MALI). Lima, Perú.

Es interesante que el recorrido que hace Arguedas al llevar y mostrar los valores de la cultura andina hacia lo occidental, Szyszlo lo haya hecho a la inversa, al aproximar la estética vanguardista europea a la estética autóctona, es decir, a partir de la fusión de elementos de la estética prehispánica con el estilo abstracto occidental. [b] Es la serie Apu Inca Atawallpaman de 1963, [e] inspirada en el poema quechua colonial del mismo título y traducido por Arguedas, —con la temática de la muerte del último inca a manos de los conquistadores españoles— con la que Szyszlo propone, no representar el fin de lo andino como continuidad lineal, sino lo andino como presencia repetida y futura. De esa manera, dejaba en claro que existe una resistencia andina que se actualiza y que, además, propone una identidad peruana o una idea de nación contemporánea, vanguardista y abstracta.

***

Si Fernando de Szyszlo hubiera nacido en México, Colombia o España, muy seguramente tendría un museo con su nombre, como lo tienen Tamayo, Botero y Picasso, pero como se suele decir muchas veces, «uno no es un profeta en su propia tierra» y, a pesar de que el Instituto de Arte Contemporáneo (IAC) y Juan José Marthans (superintendente de Banca y Seguros en el gobierno del presidente Alejandro Toledo [12]) intentaron hacer el museo de Szyszlo enfocado en arte contemporáneo, en donde cupieran todas y todos los artistas a principios del siglo XXI en una casa estupenda de la avenida Pedro de Osma en el distrito de Chorrillos, nunca pasó. A los dos o tres días de anunciado el proyecto, se publicó en la prensa una carta firmada por un buen número de pintores peruanos que sostenían que era inaceptable que se hiciera un museo con el nombre de Fernando de Szyszlo. Lo que provocó que el pintor mandara una carta al IAC para renunciar al proyecto y a toda relación con el instituto. [a] Quizá la (hoy famosa) declaración al diario La Prensa: «no hay pintores en el Perú» que hizo Szyszlo a su regreso de París en 1951 le había pasado factura. Su abierto rechazo a la plástica coetánea del país protagonizó en aquel entonces el primer debate peruano en torno al arte no figurativo, al provocar la respuesta airada tanto de intelectuales como de artistas. A mi parecer, la historia se encarga siempre de ir poniendo las cosas en su lugar. Un artista solo quiere expresar su mundo y situarlo en el universo, quiere hacer vibrar a la gente con su obra, con lo inexplicable, con la oscuridad que muchas veces encierran la vida y la muerte. El más reconocido pintor peruano del siglo XX murió en octubre de 2017 en Lima —la horrible [13]— a los 92 años, víctima de un aparente accidente doméstico.

_____________________________

[1] Lugar de reunión y recreación ubicado entre las avenidas Paseo Colón y 28 de julio. Se inauguró en 1872 con motivo de la Exposición Nacional de la Industria. En sus inicios, el parque albergaba pabellones y edificaciones para exhibir productos agrícolas, industriales y artísticos.

[2] Pedro Abraham Valdelomar Pinto (1888-1919). También conocido como el Conde de Lemos, fue un narrador, poeta, periodista, dibujante, ensayista y dramaturgo peruano. Está considerado uno de los principales cuentistas del Perú, junto con Julio Ramón Ribeyro.

[3] Fernando Isaac Sergio Marcelo Marcos Belaúnde Terry (1912-2002). Arquitecto, estadista, político y orador peruano. Fundador y líder histórico de Acción Popular, ejerció como presidente constitucional de la República del Perú en dos mandatos no consecutivos, de 1963 a 1968 y de 1980 a 1985.

[4] José Vasconcelos Calderón (1882-1959). Abogado, político, escritor, educador, funcionario público, pedagogo y filósofo mexicano. Autor de una serie de relatos autobiográficos que retratan detalles singulares del proceso de descomposición del Porfiriato, del desarrollo y triunfo de la Revolución mexicana y del inicio de la etapa del régimen posrevolucionario. Fue nombrado primer Secretario de Educación Pública del país y rector de la Universidad Nacional de México.

[5] Adolfo Cristóbal Winternitz Wurmser (1906-1993). Pintor y vitralista peruano de origen austriaco, radicado en Lima, Perú, desde 1939.

[6] Sebastián Salazar Bondy (1924-1965). Poeta, crítico, escritor, periodista y dramaturgo peruano, miembro de la llamada Generación del 50.

[7] José Carlos Mariátegui La Chira (1894-1930). Escritor, periodista, político y filósofo marxista peruano.

[8] José María Arguedas (1911-1969). Escritor, poeta, profesor y antropólogo peruano. Autor de novelas y cuentos que lo han llevado a ser considerado como uno de los grandes representantes de la literatura del Perú.

[9] Emilio Adolfo Westphalen Milano (1911-2001). Poeta surrealista, ensayista y promotor cultural peruano.

[10] Se trataba de un conjunto de artistas, principalmente arquitectos, que encontraron en las formas y figuras del arte prehispánico una geometrización de espacio reveladora para el arte y la arquitectura moderna.

[11] José Arnaldo Sabogal Diéguez (1888-1956). Pintor, profesor y ensayista peruano. Uno de los primeros promotores y líderes del movimiento indigenista peruano.

[12] Alejandro Celestino Toledo Manrique (1946). Economista y político peruano. Presidente de la República del Perú del 28 de julio de 2001 hasta el 28 de julio de 2006.

[13] Lima la horrible es un ensayo de Sebastián Salazar Bondy publicado en 1964. En este, el autor busca deconstruir el imaginario colonial de la ciudad de Lima.

_____________________________

REFERENCIAS

[a] De Szyszlo, Fernando. La vida sin dueño. Perú: Alfaguara, 2016.

[b] Monteza, Jorge. Arguedas y Szyszlo: dos ideas de nación, encuentros y desencuentros. Perú: Unas, 2022.

[c] TV Perú. «Casa Tomada: Fernando de Szyszlo». YouTube, 12 de septiembre de 2013. https://youtu.be/5asSmlAOBCo?si=_lS-wV62dGo9Phht

[d] Instituto Cervantes. «Fernando de Szyszlo, el artista entre amigos». YouTube, 17 de enero de 2018. https://youtu.be/mkvJMw1TWy8?si=jXesK5Il6ibwy4bQ

[e] De Szyszlo, Fernando. Szyszlo: serie sobre el poema Apu Inca Atawallpaman. Instituto de Arte Contemporáneo, 1963. Disponible en https://icaa.mfah.org/s/es/item/1292718#?c=&m=&s=&cv=10&xywh=-20%2C-142%2C1715%2C960