COMISIÓN DE RECURSOS NATURALES Y DESARROLLO RURAL

El sistema de terrazas agrícolas tiene raíces en antiguas técnicas empleadas por las culturas prehispánicas que habitaron la Cuenca de México. Dichas culturas construyeron plataformas en cerros, laderas, pendientes y terrenos accidentados para optimizar el uso del espacio y cultivar alimentos, por medio de la adaptación a la topografía del lugar. A lo largo del tiempo, este conocimiento dio forma a paisajes agrícolas construidos colectivamente, resultado del trabajo humano sobre el relieve natural. Las terrazas agrícolas permitieron:

  • Generar nuevos espacios de cultivo
  • Atenuar los efectos de la erosión
  • Formar y retener suelo fértil
  • Aumentar la capacidad de absorción y retención de humedad

Durante el periodo prehispánico, las terrazas fueron un componente estratégico del sistema agrícola de la Cuenca de México, utilizadas para la producción de alimentos y el pago de tributos. Localmente se les denominó tecorrales, cornejales, cercas, metepantles o pantles. En la actualidad, la función productiva de las terrazas se mantiene gracias al esfuerzo de las y los agricultores que continúan cultivando y preservando una visión y relación históricas con su tierra, de tal forma que las terrazas, además de delimitar espacios productivos y tener una función agrícola, son espacios que constituyen un patrimonio biocultural que combina técnicas de cultivo tradicional con un conocimiento profundo del territorio y la geografía de su entorno.

Las terrazas agrícolas han mantenido su función productiva y cultural por más de quinientos años / Conjunto de terrazas agrícolas ubicadas en Milpa Alta. Fotografía de Raúl Tagle Amaya, 2024.

La zona cerril del suroriente de la Ciudad de México forma parte del Eje Neovolcánico Transversal y se caracteriza por su relieve accidentado, integrado por lomeríos, cerros y barrancas. En esta zona encontramos terrazas construidas con la técnica de piedra seca o a hueso, en la que las piedras se colocan de forma ordenada sin mortero. Este método permite levantar muros de más de un metro de altura mediante la selección y el corte de rocas en una dimensión adecuada. También existen terraceos formados a partir de la plantación estratégica de magueyes, los cuales se conocen como metepantles, y existen casos en los que se construyen terrazas utilizando ambos elementos.

Las terrazas construidas sobre el relieve natural de los cerros se integraron con el entorno y conforman un  paisaje agrícola / Terraza lineal ubicada en el paraje La Nopalera, San Francisco Tecoxpa, Milpa Alta. Fotografía de Juana Sánchez, 2023.

En la zona cerril del suroriente de la Ciudad de México, podemos encontrar tres tipos de terrazas:

  • Terrazas de tipo lineal o de contorno: siguen el contorno natural de la ladera y actúan como muros de contención. Una variante es el tecorral, que define límites de propiedad y permite sembrar dentro de ellos.
  • Terrazas de barranca o presa: están formadas por bancales que aprovechan las pendientes naturales del terreno y los escurrimientos, con los cuales controlan la erosión al regular la velocidad del agua.
  • Terrazas de tipo metpantli o metepantli: se construyen con hileras de magueyes que, además de definir los límites, ayudan a retener la humedad y canalizar nutrientes al suelo. (1)
Conjunto de terrazas agrícolas en Milpa Alta. Fotografía de Raúl Tagle Amaya, 2024.

Actualmente, las terrazas agrícolas siguen activas en diversas zonas del Suelo de Conservación de la Ciudad de México; conforman paisajes productivos con alto valor ambiental, social y cultural. En la alcaldía Milpa Alta, se conservan en pueblos como San Bartolomé Xicomulco, San Pedro Atocpan, Santa Ana Tlacotenco, San Francisco Tecoxpa, San Lorenzo Tlacoyucan, Villa Milpa Alta y San Jerónimo Miacatlán. En Xochimilco, están presentes en Santa Cruz Acalpixca, San Mateo Xalpa, San Gregorio Atlapulco, Santiago Tulyehualco, Santiago Tepalcatlalpan, San Francisco Tlanepantla y Santa Cecilia Tepetlapa. En Tláhuac, las terrazas agrícolas se conservan en San Juan Ixtayopan y San Nicolás Tetelco. También hay terrazas (algunas activas y algunos vestigios) en la Sierra de Santa Catarina, que se extiende desde Tláhuac hasta Iztapalapa.

Los conocimientos asociados a la agricultura en terrazas van más allá de la técnica; están vinculados a cosmovisiones, rituales y sistemas simbólicos que refuerzan la conexión de estas comunidades con su entorno. La importancia de las terrazas como patrimonio biocultural reside también en su capacidad de adaptación e innovación. Estas estructuras no son vestigios inmóviles del pasado, sino sistemas vivos dinámicos que se perfeccionan continuamente en respuesta a cambios ambientales y sociales.

Las terrazas agrícolas resguardan ecosistemas productivos, así como conocimientos transmitidos a lo largo de generaciones sobre la gestión del agua, los suelos y los cultivos. Igualmente, desempeñan un papel fundamental en la conservación de agroecosistemas tradicionales y la biodiversidad, al ser refugios de preservación para especies nativas como el maíz, el chile, las habas, el nopal, el frijol, el amaranto, los quelites, diferentes tipos de magueyes, el capulín, plantas medicinales, entre otras especies comestibles, cuya producción está profundamente ligada a la identidad cultural y espiritual de las comunidades campesinas.

En el sistema agrícola en terrazas aún se labra la tierra con la ayuda de animales de tiro, que pueden ser burros, bueyes o mulas. La yunta requiere de la habilidad y fuerza del maestro yuntero para marcar los surcos por donde se echan las semillas para la siembra de la milpa y otros cultivos. Es una forma de arado tradicional que disminuye la compactación de la tierra, al tiempo que permite incorporar la materia orgánica que queda del ciclo de cultivo anterior / Arado con yunta en una parcela ubicada en las laderas del volcán Teuhtli. Fotografía de Juana Sánchez, 2024. 

El reciente reconocimiento de las terrazas agrícolas como Patrimonio Biocultural de la Ciudad de México representa un paso necesario para su protección, y reafirma la alianza histórica entre los pueblos y su tierra. Además de resaltar el valor agrícola, ambiental y cultural de las terrazas, también se visibiliza la incansable labor de los pueblos originarios, los núcleos agrarios, las comunidades campesinas y las y los agricultores de la Ciudad de México que mantienen viva esta práctica milenaria. El nombramiento también representa una apuesta por el futuro: un compromiso con un modelo de producción sostenible que conlleva la memoria viva y la dignificación del trabajo de quienes han hecho posible su permanencia a lo largo de los siglos.

Los tecórbitos son estructuras de piedra con bóvedas, construidas con la técnica de acomodo de piedra en seco o a hueso, que no requiere ningún tipo de argamasa para sostener el conjunto. Asociadas a las terrazas agrícolas, probablemente servían para resguardar herramientas, protegerse de la lluvia y el sol, así como resguardar la cosecha. En algunos lugares de Milpa Alta, Xochimilco y Tláhuac también se les conoce como texacales, cuevas, refresqueras o ranchitos / Tecórbito ubicado en el paraje La Nopalera, San Francisco Tecoxpa, Milpa Alta. Fotografía de Juana Sánchez, 2024. 
Productores de nopal en terrazas agrícolas de Milpa Alta. Fotografía de Yokinaro Raymundo, 2024.
Conjunto de terrazas agrícolas en Milpa Alta. Fotografía de la Corenadr, 2024.
  1. Paredes Gudiño, B. (2023). «Desarrollo del Proyecto Paisaje Cultural en Milpa Alta». Arqueología, (63), 128–144. Recuperado a partir de https://revistas.inah.gob.mx/index.php/arqueologia/article/view/19844 (Consultado el 28 de septiembre de 2025).